Dios entregó al Ser Humano el mayor de los regalos,
Nos dio El Libre Albedrío.
El Ser Humano es el Único Ser,
de entre todos los Seres,
a quién Dios entregó tal Don.
Es tanta la confianza que nuestro Padre tiene depositada en tod@s sus hij@s, en todos nosotr@s, que nos dio la más absoluta libertad... nos entregó la capacidad de poder decidir sobre nuestras vidas, nos permitió ESCOGER.
Y ha sido precisamente este regalo que Dios nos hizo, el origen de la Guerra Espiritual que desde el PRINCIPIO DE LOS TIEMPOS se está librando.
Lucifer, el Portador de la Luz, era el Querubín (rango superior a los Arcángeles en la Jerarquía Angelical) que con diferencia más brillaba en el Reino de los Cielos.
Era la más absoluta perfección, poseía la más elevada sabiduría y su belleza era esplendorosa.
Allí por dónde vibraba, Cristales de Luz dejaba a su paso.
Innumerables piedras preciosas adornaban su manto: diamantes, rubíes, topacios, jaspes, zafiros, granates, esmeraldas y brillantes eran algunos de ellos. De oro era el borde de su manto así como de oro eran sus incrustaciones.
Pero el Portador de la Luz (Lucifer) no pudo soportar que Dios creara al Ser Humano y lo hiciera a su imagen y semejanza. Y por encima de todo, no pudo soportar que nos diera Libre Albedrío.
Un Don que ni siquiera Él, el Ángel que más brillaba, poseía.
La envidia comenzó a apoderarse del que hasta entonces era el preferido del Padre, el odio hacia el Ser Humano iba incrementándose en su interior, hasta que su mismo odio lo destruyó.
Era tal la magnificencia del Portador de la Luz, que consiguió convencer a otros Arcángeles, Ángeles y demás Corte Celestial para que se revelaran contra el Padre que los había creado, que les había dado la existencia. Consiguió que también odiaran a la Humanidad por poseer el Don del Libre Albedrío.
El Padre Celestial les dio la oportunidad de redimirse, de cambiar... pero la envidia, los celos y el odio los cegaba, no aceptaban la decisión del Padre, por lo que Dios Padre expulsó del Reino de los Cielos a Lucifer con todo su ejército.
Lucifer juró destruir a las criaturas que Dios había creado a su imagen y semejanza, JURÓ DESTRUIR LA GRAN OBRA DE DIOS, al Ser Humano.
Juró al Padre, que no se detendría hasta conseguir volver a todos los Seres Humanos en su contra, conseguiría que todos los humanos pecaran contra Dios y sus Mandamientos.
Dios entonces incapacitó a Lucifer para que él ni ninguno de su ejército pudieran quitar la vida directamente a ningún Ser Humano; Lucifer se rió y dijo al Señor que "su obra" (el Ser Humano) era débil y que serían ell@s mism@s los que se quitarían la vida de millones de formas diferentes, vivirían amargados, tristes, se alejarían de Dios, se matarían; y así cada persona que muriera con un alma atormentada sería suya eternamente, ya que no podría entrar en el Reino de los Cielos porque por su libre albedrío, por ell@s mism@s, inducidos por él (Lucifer), perderían el Amor.
Y así dio comienzo la más larga, dura, cruel
y despiadada guerra,
que continúa librándose en nuestros días.
Desde el Inicio de los Tiempos,
Lucifer y su ejército,
llevan engañando al Ser Humano
para que éste se aleje más y más de Dios.
Ha conseguido que muchos Seres Humanos
crean que no existe (Lucifer)
y así poder dominar la mente y el alma
de los Humanos desde la sombra,
y sin que el Ser Humano muestre
protección alguna contra él,
porque no creen en su existencia.
Dios, fiel a su palabra, continúa confiando en nosotr@s, su más perfecta creación, continúa otorgándonos la capacidad de decidir por nosotr@s mism@s.
Tenemos la más absoluta libertad para decidir todo lo que respecta a nuestra vida, decidimos creer o no creer, decidimos seguir hacia adelante con Fe o bien podemos decidir tirar la toalla, decidimos si queremos hacer todo lo posible por conseguir ser felices o bien preferimos vivir con amargura, decidimos si queremos hacer el bien o el mal (y no hay excusa para ello porque tod@s en nuestro interior sabemos cuándo hacemos algo mal), podemos decidir dónde vivir, podemos decidir cómo vestirnos, podemos decidir sobre el amor, podemos decidir y escoger sobre todo.
Todo aquello que permitimos que esté en nosotr@s y no sea amor, es decir, emociones negativas como el odio, la ira, el rencor, los celos, la envidia, los pensamientos negativos sobre nosotr@s mism@s o sobre los demás, cada vez que no perdonamos ni nos perdonamos, cada vez que juzgamos, cada vez que cometemos acciones que hacen daño a nosotr@s mism@s y a otras personas o que les quiten el libre albedrío, cada vez que atentamos contra la dignidad y la vida de los animales, cada vez que renegamos de Dios, cada vez que no actuamos con Amor sino con emociones negativas... hace que actuemos a favor del ejercito del mal, el ejercito de Lucifer.
Dios nos Ama tanto, que permite que escojamos libremente el bando en el que deseamos estar, aunque por supuesto en el momento del Juicio Final, cada un@ de nosotr@s seremos juzgad@s por nuestros actos.
En esta Guerra Espiritual que toda la humanidad estamos librando, hay dos lados: el Lado del Bien y el Lado de Mal.
Os invito a que reflexionéis en qué lado estáis.
Yo sí sé en qué bando deseo estar.
¿Y tú?
Belén Liébana